Una morbosa coincidencia en tiempo y espacio

Hará ya unos seis años que me apunté por primera vez al gimnasio. En el último año me había puesto tan gordo que no soportaba verme en el espejo y esa forma física de mierda me hacía sudar muchísimo y estar cansado todo el tiempo. Me marqué un objetivo de diez meses, cosa que al final conseguí, pero al principio me sentía tan inseguro desnudándome ante un chico que evitaba cualquier tipo de encuentro sexual.

Necesitaba encontrar un hombre de confianza y entonces empecé a hablar con Lucas, un chico del barrio de veintitantos años que vivía a cinco minutos de mi casa. Hablábamos por las noches, nos vimos por Skype un par de veces y nos gustamos, surgió la chispa porque ambos teníamos claro lo que queríamos, un amigo en el vecindario con el que desfogar sin complicaciones.

—¿A qué hora te viene bien?
—Con el horario que tengo me viene mejor por la noche —respondí.
—Yo si es muy tarde no puedo porque estoy con mi chica. ¿Quedamos hoy a las 21:30?
—Vale, cuando vuelva a casa te aviso.
—Oye, tengo perro en el piso, ¿Te importa? No molesta, es muy bueno.
—¡Al contrario!

Dije a todo que sí y me fui a clase. Lo de que Lucas viviera con su novia y quisiera quedar en su casa me parecía raro, arriesgado y morboso a la vez, pero total, el riesgo no era para mí, así que decidí tirar para adelante y que cada uno se ocupara de sus historias.

A media tarde volvió a calentarme la cabeza con una fotopolla.

—¿Te mola? Cuando estoy a reventar se me pone muy grande.
—No se si llegaré a comerme todo eso.
—No te preocupes si no puedes entera, donde más gusto me da es en la punta, me encanta que me laman bien esa parte.
—Pues me tendrás ahí cuando quieras.
—Me pone tanto tener un follamigo cerca.
—A mí también, pero no encontraba a nadie por aquí, además, con ese pollón...
—¿Te parece pollón? Jeje.

Regresé de la biblioteca muy cachondo y muy justo de hora y le envié un mensaje para comprobar si el plan seguía en pie.

—Vente, pero tiene que ser rápido que no tengo mucho tiempo.
—Será solo un ratito —contesté, y me envió la dirección de su casa.
—Cuando estés escríbeme, ven ya porque mi piba viene sobre las diez y media y no quiero apurar.
—En cinco minutos estoy en el portal.

Aunque mi mochila pesaba mil demonios no me quedó otra que ir sin pasar por casa. Su piso era pequeñito y estaba bien decorado, desde el recibidor había un salón con cocina a la izquierda y un dormitorio con baño a la derecha. Nos sentamos en el sofá y el perro se acercó a saludar, un perro simpático y juguetón que me olisqueó de arriba abajo.

El dueño era más atractivo en persona, delgadito que no flacucho y con una bonita sonrisa. Muy atractivo, sí. Pasaba la mano por mi pierna mientras hablaba para cortar el hielo y yo le respondía manoseándole el paquete. Cuando ya no pudo hacer más presión en los pantalones se levantó y se desabrochó el cinturón con la profesionalidad de un ejecutivo.

Lucas, al que le sacaba casi una cabeza, compensaba la altura con su rabo, de unos diecinueve centímetros grueso y cabezón. La tenía circuncidada y muy suave, al igual que el resto de su cuerpo, solo una fina capa de vello en las piernas y el resto liso y pulido como el pétalo de una flor. De verle paseándose por la casa cogí yo este gusto por observar a los hombres en calzoncillos que no se me ha ido desde entonces.

Le ofrecí mi boca hasta donde pude llegar, sin que él tuviera que hacer nada más que abrirse de piernas y atusarme el pelo. Era demasiado grande para mi garganta joven e inexperta así que me dediqué a lamer y relamer el capullo como él me había dicho. El perro estaba intranquilo y molestaba, era demasiado grande para un piso tan pequeño. Yo mamaba y el perro molestaba. Lucas me prometió que la próxima vez lo dejaría atado pero que no parara porque no le quedaba mucho para terminar. Cuando no pudo aguantar más sacó el rabo de mi boca y se pajeó hasta dejarme la cara blanca como la leche.

Esa primera vez no estuvimos juntos más de quince minutos. Cuando se corrió yo ni siquiera había empezado a pajearme, pero no me importó, él estaba contento y yo satisfecho. Según llegué a casa recibí un mensaje suyo:

—Perdona que haya sido todo tan rápido, estaba un poco rallado por la hora.
—No te preocupes, lo entiendo —respondí sin darle importancia.
—Eres muy majete y guapo, tenemos que quedar otro día, los fines de semana suelo tenerlos bastante libres.
—Por cierto, sobre la discreción con tu pareja, ¿hay peligro si te escribo al WhatsApp?
—Mejor te escribo yo 😉
—Va.
—Mucho ánimo con el estudio.

Tenía la sensación de que habíamos encontrado justo lo que estábamos buscando el uno en el otro y ondulando en la misma frecuencia la siguiente vez no tardó en llegar.

2ª PARTE

Comentarios

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  1. Bueno es lo que bien empieza y bien acaba, al menos hasta lo que llevas explicado.
    Y además aprendiste cosas que luego te sirvieron, jeje ;-)
    A ver como sigue.

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    1. La relación del follamigo siempre me ha sido muy útil para aprender cosas nuevas. Eso sí, cada una tiene su indiosincrasia.

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  2. Eso, como dice perro, a ver cómo sigue!!. Qué reciente es esta entrada!! ^^
    Espero que no nos hagas esperar mucho jajajaja.

    Una cosa, en el momento de que te cuenta su relación abierta pones que tiene "novio". Quisiste decir eso o "novia? Porque antes te dijo "la comes mejor que mi novia."

    Muchas gracias por volver, otra vez.

    A cuidarse,


    James

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    1. Resulta que la parte donde pongo "novia" la tenía escrita en un borrador de aquel momento y la conversación sobre el "novio" sencillamente la recordaba como tal, así que estuve dudando y al final lo escribí así.
      Sin embargo, tratando de resolver tu pregunta me puse a rebuscar y descubrí un montón de conversaciones que no había leído al escribir este capítulo, conversaciones que me han refrescado y aclarado bastantes cosas sobre la relación con Lucas.

      Con todo eso he reescrito mucho texto de este capítulo y lo he dividido en dos (lo que tengo escrito para la parte 2 lo pondré en una tercera parte). Así entre otras cosas esta duda quedará resuelta y el relato un poco más rico. Fíjate, todo eso ha provocado tu pregunta jaja es parte de lo bueno que tienen vuestros comentarios.

      Un abrazo, James.

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